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In the poal

Momentos de túnel, de lluvia. Momentos de martillo rancio, de sabor agitado. Sinfonía de silencios, de frío. Sentir lo nuevo, lo crudo, lo roto. Calor. Billones de micromilésimas del día malgastadas, llenas de ecuaciones. Años por venir que no se clavan por las promesas de lo tibio. Lujuria con sordina. ¿Quién me quita de mí mismo? ¿Dónde dejo la maleta? Desde el verde quiero perseguir el guiso, el mediodía, acariciarme el alma, susurrar las velas, cantar las escaleras. Aquí,  in the poal…

Emi

Días de sol

Reencontrarse con la sombra es reconfortante. Siempre se produce a lo Ulises, ya. Y siempre después de romper cristales. Pero, aun a pesar de los diretes, la cosa es necesaria. Quién pudiera encadenarse a ella, o al menos no perderla de vista. Pero en esos días de sol, es fácil joderla. He pedido la gorra de Homer Simpson para ya. Así podremos matar dos pájaros de un tiro, ¡Qué ornitocidio, por Dios! Pero bueno, o era eso, o irse a vivir a Finlandia.
¡Ah! Por fín llegó la chapa de marine del taller! Sí, la que en los días de sol titila en un perfecto Arial 8: “!Me pido ser de azúcar!
No, no cantaré eso de ¡Hombre precavido vale por dos!! Lo haré después de la publicidad, of course. ¡Apa!

En cuarentena

Me han declarado en cuarentena. Sí, lo dice el DNI. Por lo visto, no puedo salir de mí mismo. Eso sí, lo del tiempo está por determinar. Bueno, quizá me pueda reinventar, pero para hacer eso, supongo que me tendría que haber inventado. Y antes de inventarme…!Umm!… !Qué era! ¿O peor aun, en calidad de qué me invento?? !Pero, quién me he creído que soy yo para ir inventando por ahí cosas!!  !eh!!… !Uffff! En fin, como dice el gran Cansado,»si es que no sé cómo hablar de mí sin ofenderme».

Por cierto, que alucinante es el poder de la palabra.  Mira que con un simple !Vete!!… !y la gente va y se marcha!! !El poder de la palabra es cojonudo!! !Upssss!! !Si me oyera Platón!.

En fin, que el inventario no es tan malo, entra menos de lo que sale, pero con una exfoliación integral premium, alma incluida, por supuesto, todo arreglao. Eso sí, mi amigo Miguel dice que eso de la exfoliación suena mejor de lo que es. Aunque a veces también me anima con su «Todo irá bien, ya lo verás…». Mira, cosas del directo.

De momento, lo de la cinta en el pelo hace menos pudoroso el ir en pelotas… !Jijiji!… Me pedí la XXL…

¡Aisss!… Si no fuera por estos ratos….

Tan sólo queda un poquito de ceniza en la habitación. Hombre, de estar toda cubierta, a ese montoncito… Parece que se ha hecho un buen trabajo. El efecto ave Félix es cojonudo cuando te puedes peinar mirando el suelo. ¡O ese era el gato!!. Es verdad, pues lo del gato Félix. ¡Mira, ya va apareciendo el verde en las paredes! Hay que ir haciendo como ese chino, el Chano, que dicen que va haciendo las cosas poquito a poco. !Madre mía! !Ya verás!, cuando  llegue lo del ingreso, me haré la lobotomía turística! ¡Y a despegar!… Que es gerundio… O participio… O… Bueno, es igual, pero es un verbo que mola de un modo, digamos que infinito, ¿no?. Pues eso…

Siguiente fase: ¡Coger mosquis con unas pinzas!

Por cierto, la próxima vez que trate con arcángeles, recuérdame lo del sello, porfa. Gracias.

Miedo

Miedo a la picadura. Miedo al calambrazo, y al empujón. Miedo a las espinas, al vacío. Miedo al desencuentro, al  golpe, al encuentro. Miedo ensordecedor. Miedo aplastante. Miedo que erosiona, que chilla, que enreda. Miedo al dolor, a la soledad, a lo oscuro. Miedo  a lo diferente, a lo roto, al miedo.  Y a sus disfraces. Al de ingenio,  al de orgullo, al de indiferente y al de diferente. Al de hijo de puta, y al de santo. Al de simpático, y al de valiente. Y al peor, al del miedoso. Miedo intenso.  Medio miedo. Miedo pesado. Miedo a la muerte, a la ausencia. Miedo a la vida. Miedo a  la presencia. Miedo a mí mismo. Miedo a tí… Miedo que consume, que destruye, que aleja. Miedo que miente, que mata, que crea. ¡Miedo, miedo, y miedo!!Mierda de miedo!

Miedo que transpira pudor, que envenena las pupilas. Miedo que arruga la luz, que resta el tiempo. Miedo que congela, que inmoviliza, que desgarra. Miedo que elimina, que engulle, que sesga. Miedo que hace enloquecer, que corroe las tripas. Miedo que mutila, que encadena…  Miedo sin más. Miedo sin menos. Miedo…

Miedo a no tener miedo…

Armonía

Aquella escena le pareció deleznable. Pero qué se ha creído este desgraciado, pensó. A tan sólo unos metros de él, un “para yaaaaa hijo de putaaaaa” iba a ser gritado con todas sus fuerzas. Pero, al reparar en el sonido quedó estupefacta. El sonido del soplete al chamuscar sus rosas era hipnótico, mágico, sublime. Aquella música la embelesó de tal forma que no pudo hacer nada. Sólo podía dejarse llevar por el danzar de su cuerpo al compás de tan increíble melodía…

Planes

Con un certero golpe en la cabeza su cuerpo cayó al suelo. Apoyó la maza en el hombro y con la mano libre la arrastró por  su largo pelo negro hasta el fondo de la caverna. Ya sé que te apetecía salir con tus amigas, pero ya verás, solos tú y yo estaremos mucho mejor.

Cada vez que él le decía “te quiero” la espera se hacía más insoportable. “Yo también”, decía ella abrazándolo, y a la vez intentaba huír de su mirada, escabullirse de ese instante. Una y otra vez, era provocada por él la misma situación, y cada vez más ansiosa era la respuesta. ¿Por qué me dice «te quiero»? Se lamentaba angustiada. Odiaba esa situación. Y cada vez que decía un “yo también” se hacía más y más pequeña…

Él quedó instalado en un estado de permanente alerta a la espera del tan deseado “te quiero”. ¿Por qué nunca me dice “te quiero”? Se martirizaba. Odiaba el “yo también”.  Y  ansioso y obsesionado, al ver que ella nunca le decía un “te quiero”, acabó por provocar la misma situación con más frecuencia, insistiendo una y otra vez… Cada vez que decía un “te quiero”, se hacía más y más pequeño…

No hizo falta mucho tiempo para que se hicieran tan y tan pequeños, que ya ni siquiera podían verse…

Destellos (1 parte)

Del montón de folios que había en su mesa, salieron volando los dos primeros.

-¡Qué coño hace  la ventana abierta! Un relámpago iluminó el despacho y al rato, como rezagado, un estruendoso trueno se encargó de advertir que la naturaleza puede ser muy chunga. ¡Jodeeerrr, empezamos bien el día!

Los recogió y al ver que el último quería repetir vuelo, la cerró.

. Revisó la mesa un instante, y cogió una carpeta verde un tanto prensada de papeles.

-Al salir a la puerta, disparada, apareció Ana. ¡Anda tú, qué bien! ¿Vas  hacer fotocopias?, Preguntó. Casi al trote, cargada de carpetas, y dirigiéndose al largísimo pasillo que comunica con la fotocopiadora, pegó un giro de 180 grados, ladeo la cabeza y le exageró una sonrisa. Sí, a veeeeeerr, dame, y le arrebató de golpe el dossier que llevaba en la mano. ¿Copias?. Diez copias preciosa. Aisss, no te merezco de compañera, lo sé! le dijo con zalamera sonrisa. Creo que con esto me debes…   ¿mil cafés?.

-Mil cafés y hasta esa cena que tenemos pendiente!!, ¿no?

-Jaa!!! Ayyyy Evaristo, qué mal lo tienes, cariño!! En fin… buen intento chiquitín, jijijiji! Se despachó Ana, y al ritmo alocado con el que se encontraron, se giró y fue siendo engullida lentamente  por el enorme pasillo.

Las mañanas de los miércoles presentan un estrés especial por la reunión de las 11. Pero éste, lo llevaba especialmente preparado. La subdirectora ya se encargó el lunes de apretar lo suficiente para llegar a encarar la reunión, de manera…, digamos que óptimisimísima. Textualmente, “Evaristo, vas a preparar la reunión de tu puta vida, así que espabila!. O seeeeaaaa,  que si no quieres que te arranque los cojones de cuajo, espero que todo salga a pedir de boca! ¿Me has entendido darling? Sí, si , como para no entenderla, contestó mientras intentaba borrar la patética imagen acompañada del dolor correspondiente. Sus andares, por su cautela y torpeza, contenían una buena dosis de sugestión… Joder qué carácter tiene esta mujer, se lamentó.

Eran las diez, y todo estaba controlado. Tan sólo debía recibir las copias que le faltaban para los miembros de la reunión y ya podía guiñar felizmente a su cremallera…

Continuará…

De memoria…

Con los cubiertos en una mano, y las servilletas en la otra, miró hacia todos lados con aire preocupado antes de dejarlos en la mesa.

– Luci, ¿Has comprado pan?

– ¡Vaya por Dios!, ¿ves?, ya sabía que se me olvidaba algo.

– No te preocupes mamá, yo no como pan, no te acuerdas de mi dieta.

– Es verdad

– ¡Y a mí que me zurzan! ¿no?

– Ya está el victimita, pues si no comes pan un día no te pasa nada papá. No seas tocawebs.

– ¡Ayyy!, cría cuervos… En fin…

Hacía más de quince días que no iba a verlos. Quizá la alegría de verme les hacía comportarse con cierta torpeza. Pero lo cierto es que me costó encontrarme cómodo. No sé por qué, pero me sentía tenso.

¡Pero qué os pasa!, estáis un poco tontines, ¿no?

-¡Anda!, ¡encima!, al tío no se le ve el pelo, y encima criticón. Pues vaya con el niño.

– Ya estamos, el niño, el niño… Da igual que tenga treinta, cuarenta, o cincuenta, siempre seré el niño, ¿no?…

-Anda tontorrón, abre el vino que tu padre está cortando jamón.

Tras un ratito de vermut, de hacer uso de todos los posibles tópicos sobre la actualidad, con su dosis pseudocrítica e infalibles remedios para cambiar el mundo, y como si tuviera el reloj biológico conectado al fogón, mamá irrumpió con un sonoro y contundente, ¡vengaaa a comeeeer!, ¡que la paella está listaaaa!

Comimos una paella espectacular, como siempre. Y ya en el café, mientras mi padre sintonizaba su nueva adquisición digital, le pregunté:

-Por cierto papá, ¿los papeles que te dije si me podías buscar el otro día dónde están?, los he buscado antes y no los encuentro.

-¿Qué papeles?

-Joder, los de las retenciones del IRPF, esos que te dije que eran importantes para lo de la declaración de la renta.

-Tú a mí no me has pedido ningunos papeles…

-¡Va, papá! ¡Estás de coña, no!

-No, no estoy de coña… Tú no me has pedido nada, ¿cuándo?.

-Si te llamé ayer para recordártelo.

-Pensativo, entornó la cara como si fuera encandilado por un destello de luz. Mamá dejó lo que estaba haciendo, y lo miró. Y un silencio helado tiñó el momento. Tras cruzar la mirada, papá pegó un chasquido y se marchó alicaído…

Mamá y yo nos miramos. Y allí en la pica, mientras secaba un plato con los ojos llorosos, negaba con la cabeza …

Castillos

Vale, puede ser… Sí, quizás tengas razón, y el castillo que he construido con sus besos y sus cartas salga volando por los aires con tan sólo abrir la puerta. ¿Y si la abro muy poquito a poco, así despacito… ?

!Jo, pero mira! ¡Pero, no lo ves!! !Es que es tan bonito! !Mira qué torreón!, ¡Y mira…! ¡Mira qué puertacas! ¡Y el entorno qué!!. !Eh, qué me dices del entorno!! ¿Es espectacular o no?. ¿No te parece una maravilla?…! Y escuchaa, escucha…! ¿Lo oyes?… !A que es genial!…

¡Jo!! ¡Pues a mí me encanta!!!…

Bueno, da igual… Por cierto, cuando regrese, ¿te acordarás de decirle lo del pegamento?…